Guitarra construida por Antonio Emilio Pascual Viudes en el año 1926, en Madrid.
La etiqueta lleva la firma del constructor, y en ella se puede leer:
Antonio Emilio Pascual
Constructor de guitarras, violines, arpas
discípulo de Manuel Ramírez
Madrid
núm. 188 año 1926
Únicos representantes para Sudamérica
Romero & Fernández
Bme mitre 947 Florida 255
Buenos Aires
El sonido es vibrante y de mucha nobleza. El timbre de la guitarra se ve beneficiado por el paso de los años y las maderas muy secas. La comodidad de la guitarra es absoluta, siendo muy agradecida de tocar tanto para la mano derecha como para la mano izquierda.
Las maderas son preciosas y se aprecia el efecto del paso del tiempo en ellas, la tapa armónica es de pino abeto y los aros y fondo de palosanto.
Los acabados de toda la guitarra son exquisitos. Esta guitarra Emilio Pascual Viudes de 1926 posee una roseta preciosa que va a juego con los fileteados oscuros, el puente tiene los extremos en pendiente hacia la madera y el zoque es redondeado. Utiliza clavijero mecánico. La silueta de la cabeza recuerda a las de Manuel Ramírez y merece mención aparte la pala de la cabeza, siendo inusual el nivel de perfección de esta, es una verdadera obra de arte con la madera tallada al detalle. Evoca a las cabezas de las guitarras de Francisco Simplicio.
El eco de esta guitarra Emilio Pascual Viudes es característico de las guitarras históricas de alta gama de la década de los años 20, época de ebullición guitarrística, que sin duda se aprecia en toda su dimensión al hacer música en este bello instrumento.
Esta guitarra es el vivo ejemplo de la sublime calidad que Antonio Emilio Pascual Viudes consiguió en sus guitarras.
Antonio Emilio Pascual Viudes Aznar, una figura trascendental en el mundo de la luthería, nació en 1883 en Crevillente, provincia de Alicante, perteneciendo a una distinguida y ancestral dinastía de maestros lutieres. Si bien su formación comenzó con su padre, a la edad de catorce años fue enviado a Madrid para perfeccionar sus habilidades bajo la tutela del renombrado luthier Manuel Ramírez, un período que abarcó desde 1897 hasta 1902.
Posteriormente, pasó un breve período trabajando para el hermano de Manuel, José Ramírez, pero pronto regresó al taller de su amado mentor, Manuel, donde continuó laborando hasta 1909. En ese año, emprendió una audaz travesía hacia Buenos Aires, estableciéndose en esa ciudad. En Argentina, encontró un próspero mercado para instrumentos de alta calidad, lo que motivó su permanencia en ese país. A pesar de residir en Buenos Aires, optó por mantener Madrid como su dirección en las etiquetas de sus creaciones, quizás debido al prestigio que los fabricantes españoles gozaban frente a los locales latinoamericanos, lo que permitía valorar más sus obras y establecer precios acordes con su excelencia artesanal.
El legado de Antonio en Argentina fue notorio, construyendo violines, violas, violonchelos, guitarras y otros finos instrumentos hasta finales de la década de 1950. Durante su estancia en Buenos Aires, también compartió sus conocimientos con el aprendiz José B. Romero, dejando así una huella perdurable en el arte de la luthería en el país.
La partida de este ilustre luthier se estima hacia 1959, dejando tras de sí una rica herencia en la tradición de la construcción de instrumentos de cuerda, y su legado perdura en las manos expertas de quienes aprecian y utilizan sus excepcionales creaciones.