MANUEL RAMÍREZ DE GALARRETA

Domingo Prat “Diccionario de guitarristas”, 1934:

“RAMÍREZ DE GALARRETA, Manuel La figura de Manuel Ramírez (hijo) es sin duda de un formidable relieve, reconocido por discípulos y ajenos como un “mago” en este arte, no alcanzando, sin embargo, de acuerdo a nuestra opinión, la altura de Torres, aunque dotado de una inteligencia más clara que este.

Fue el gran Ramírez de todos los Ramírez guitarreros; y a buen seguro que, si en lugar de Madrid hubiera nacido en una ciudad apartada, el sentimiento localista que dan las provincias menos importantes, le hubieran elevado en gran manera hasta encontrarlo superior a Torres u otro eximio guitarrero, ya que las condiciones y guitarras de Ramírez se prestan para estas acrobacias del elogio, que a veces suelen quedar enganchadas en el punto más alto.

El madrileño Ramírez fue un bohemio a su manera; un artista de rasgo y un guitarrero por herencia y vocación. Allá por el año 1890 estudió cosas de electricidad y por oposición obtuvo la plaza de jefe de instalación de alumbrado de la Compañía de electricidad madrileña. No renunció a su taller de la plaza Santa Ana; pero se distrajo en parte, confiando a su discípulo que tenía más tarde que ser célebre, Enrique García, la dirección del taller. Ramírez fabricó ciertos ejemplares de guitarras, que vendió como construidos por Torres; en ello se podría ver no una mala intención, sino un dominio como artífice y un orgullo justificable en de mostrarse en todo su valor, ante algunos que valoran un cajón porque tiene pegada la etiqueta Torres. Si hubo en ello un negocio no siempre lícito, no fue Manuel Ramírez el traficante; ha sido el guitarrista que, alardeando devoción hacia Torres en “sesudas” conferencias, se mostró ante los conocedores y enterados con la moral, que lo caracteriza.

Casi un cuarto de siglo pasó en su nuevo local de la calle Arlabán, convertido en taller, cátedra y antesala de guitarristas. Toda esta época nos la podría relatar su oficial, el eximio Santos Hernández, que, gracias a este, muchos y muy buenos ejemplares salieron de aquella casa, guitarras que de Ramírez quizás solo tenían la etiqueta con su firma. Esto puede aseverar de toda su producción de los últimos años, cuando la enfermedad que lo llevó al sepulcro le iba minando lentamente su organismo. Manuel Ramírez de Galarreta, hijo del constructor del mismo nombre, falleció el año 1920, en Madrid.”