Las guitarras construidas por Rodolfo Camacho Viera fueron altamente apreciadas y conocidas en vida del constructor, al nivel de las guitarras más importantes de sus contemporáneos como Santos Hernández o Domingo Esteso entre otros, y con el paso del tiempo fue perdiendo fama hasta que en las últimas décadas está resurgiendo su nombre y obra al lugar que le corresponde.
La etiqueta está firmada a mano por el constructor y se aprecia escrito a mano el número 2439 y el año de construcción 1939, además está firmada por el guitarrista Andrés Segovia: «Para el Sr. Camacho Viera, con mi admiración más sincera por su obra. Andrés Segovia, Buenos Aires, 1934.»
Construida con maderas exquisitamente seleccionadas, la tapa de abeto Alemán, mientras que los aros y fondo de palosanto de río deslumbran por su belleza. Posee incrustaciones de hueso en los fileteados de los aros, y la roseta es sencilla pero elegante, característica de Rodolfo Camacho Viera. La pala de la cabeza está tallada, evocando las de Francisco Simplicio. El clavijero es mecánico.
El timbre que de esta guitarra Rodolfo Camacho Viera es cálido y potente, y el equilibrio entre graves, medios y agudos es absoluto. Posee el timbre y el encanto de las guitarras antiguas de su época, pero a su vez un volumen destacable para proyectar en grandes salas de concierto.
La pulsación de esta guitarra Rodolfo Camacho Viera es agradable, con una altura de cuerdas perfecta tanto en el diapasón como en la selleta, y el equilibrio general del instrumento en cuanto al peso y sonido de la guitarra es idoneo para un resultado sonoro satisfactorio.
Extracto del artículo sobre Camacho Viera en el diccionario de Domingo Prat: CAMACHO VIERA, Rodolfo – Eminente luthier uruguayo. Nacido en Montevideo el 10 de marzo de 1887. Hijo de una guitarra andaluza hacedor que se había radicado en las Islas Canarias, y luego en la capital uruguaya, donde nació su hijo Rodolfo, este último se radicará en Buenos Aires en 1904. (…) Segovia, un inmenso artista y único guitarrista, decía en 1928: “En el instrumento que ha tenido la amabilidad de traerme, he visto no sólo el cuidado de quienes saben que la apariencia estética cautiva, sino también la cuidadosa observación del espíritu sonoro del instrumento. De esta forma adquirió cualidades que pronto le situarán al frente de algunos de los nombres más importantes del mundo”. En el mismo año, el eminente guitarrista paraguayo Agustín P. Barrios, dijo de este luthier que “…logró estar a la altura de los más distinguidos guitarreros de la época…”. Hay que recordar que sus instrumentos fueron premiados con la medalla de oro en 1924 en Roma y Barcelona, y en Buenos Aires en la Exposición Municipal de 1928 (…)