Antonio Emilio Pascual Viudes Aznar, una figura trascendental en el mundo de la luthería, nació en 1883 en Crevillente, provincia de Alicante, perteneciendo a una distinguida y ancestral dinastía de maestros lutieres. Si bien su formación comenzó con su padre, a la edad de catorce años fue enviado a Madrid para perfeccionar sus habilidades bajo la tutela del renombrado luthier Manuel Ramírez, un período que abarcó desde 1897 hasta 1902.
Posteriormente, pasó un breve período trabajando para el hermano de Manuel, José Ramírez, pero pronto regresó al taller de su amado mentor, Manuel, donde continuó laborando hasta 1909. En ese año, emprendió una audaz travesía hacia Buenos Aires, estableciéndose en esa ciudad. En Argentina, encontró un próspero mercado para instrumentos de alta calidad, lo que motivó su permanencia en ese país. A pesar de residir en Buenos Aires, optó por mantener Madrid como su dirección en las etiquetas de sus creaciones, quizás debido al prestigio que los fabricantes españoles gozaban frente a los locales latinoamericanos, lo que permitía valorar más sus obras y establecer precios acordes con su excelencia artesanal.
El legado de Antonio en Argentina fue notorio, construyendo violines, violas, violonchelos, guitarras y otros finos instrumentos hasta finales de la década de 1950. Durante su estancia en Buenos Aires, también compartió sus conocimientos con el aprendiz José B. Romero, dejando así una huella perdurable en el arte de la luthería en el país.
La partida de este ilustre luthier se estima hacia 1959, dejando tras de sí una rica herencia en la tradición de la construcción de instrumentos de cuerda, y su legado perdura en las manos expertas de quienes aprecian y utilizan sus excepcionales creaciones.
Diccionario Domingo Prat: VIUDES AZNAR, Atonio Emilio Pascual.—Luthier español, distinguido entre los notables. Nació en Crevillente, provincia de Alicante, el 10 de noviembre de 1883. La dilatada dinastía de los compositores Bach, que culmina en Juan Sebastián, será siempre un glorioso historial en el arte músico; así en la lutherie española, el apellido Viudes cuenta una ininterrumpida sucesión de constructores de guitarras y violines que culmina en nuestro biografiado. Piérdese este apellido entre un gran número de sus antepasados, afirmándose en el pueblo guitarrístico que los vio nacer y que fue también cuna del brillante concertista Trinitario Huerta (ver). Con los consejos y enseñanzas recibidos en el hogar, el niño Antonio E. P. Viudes, de 14 años, fue enviado a Madrid, donde se incorporó al taller del famoso Manuel Ramírez. Desde Octubre de 1897 hasta 1902 permanece bajo la enseñanza del inteligente constructor, pasando a ejercer como oficial en el taller de un hermano de su maestro, don José Ramírez, en cuyo taller Aznar construyó una mandola para el Duque de Medinacelli, construida en arce, que le valió la expresiva felicitación de los Ramírez y del que la encargó.
En 1903 volvió al taller de su maestro, pudiendo constatar los méritos adquiridos al lado de quien tanto admiraba, continuando en este taller hasta Agosto de 1909, que contrajo enlace, dirigiéndose aventuradamente a tierras desconocidas, arribando a Buenos Aires, el 4 de octubre del mismo año. El cariño a la construcción tiene para Viudes un primordial acicate, y es el “escucharla” en manos de los mejores concertistas. El no desconoce su manejo; ha recibido lecciones del ejecutante español Pepe Rojo, y pulsando y escuchando, es como llega a compenetrarse con la guitarra.
El formato de sus ejemplares es del tipo Torres: elegantes en sus líneas, discretas en mosaiquería y filetería, que aplica con una sutileza y finura que en este orden podría encontrarse algo igual, pero nunca superior. La presión de tiro que da a las cuerdas en su templado normal, hacen que sus guitarras se distingan por su gran intensidad de sonido, ganando en este sentido a los instrumentos de constructores que antaño se destacaran por esta cualidad. La construcción de instrumentos de arco le da una superioridad ya no discutida sobre los guitarreros, pudiéndose afirmar que si su labor en esta especialización la hubiera desarrollado en Mirecourt o en Markneukirchen, le Proporcionaría una pronta y merecida gloria. Sus secretos profesionales parecen ser ancestrales, ya que provienen de sus progenitores en sucesiones genealógicas; tiene uno en particular que lo destaca, y es la fácil afinación de “quintas” en el diapasón de los instrumentos de arco. Pruebas tienen el primer y segundo violín de la orquesta del Teatro Colón de Buenos Aires, los artistas Carlos Pessina y Pedro Napolitano, lo mismo que el violoncelista catalán, radicado en esta, Ramón Vilaclara. Tan esclarecido luthier viste él virtuoso traje de la modestia, siendo bien apreciada su fina labor por los inteligentes del arco y la guitarra. (1931).